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29-04-2008

¿Se oye en Bruselas la voz se los parlamentos nacionales?

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Cuando pretenden justificar alguna decisión impopular que han tomado, los políticos nacionales suelen decir: “Así lo quiere Bruselas”. Y al revés, a menudo en el Parlamento Europeo no se aprueban determinadas decisiones, puesto que los Parlamentos nacionales no están de acuerdo con ellas. ¿Dónde pasa el límite en el equilibrio de la influencia entre Bruselas como capital europea y las 27 capitales de los países miembros de la Unión Europea?

Éste es el tema de nuestro programa de hoy que se enmarca en el proyecto “Hoy interactuando con el Parlamento Europeo”.

Según les contábamos en uno de nuestros programas anteriores, el Tratado de Lisboa amplía las facultades del Parlamento Europeo. Pero es más: reconoce y fortalece también el papel de los Parlamentos nacionales, que podrán participar más activamente en la labor del la Unión Europea. Las novedades que contempla el Tratado tienen que ver sobre todo con el control que los parlamentos nacionales ejercerán sobre el cumplimiento del principio de la subsidiariedad.

¿Qué significa este principio? Nos lo va a explicar la Dra. Yulia Zaharieva, catedrática de Derecho Europeo y profesora de la Universidad central de Sofía.

“La competencia de la Unión Europea está estipulada en los tratados constituyentes y contiene la voluntad soberana de los Estados que participan en la Unión, expone la especialista. Puede ser de dos clases: en algunos casos hablamos de competencia exclusiva, pero ésta no se extiende más que a 4 dominios: unión aduanera, política comercial y monetaria común, preservación de los recursos biológicos en los mares y definición de las reglas de la competencia leal a nivel de la comunidad europea. En estas esferas, los Estados nacionales han transferido definitivamente sus poderes a la Unión Europea. En las demás esferas, que son por lo menos 3 veces más, la competencia es compartida o paralela.

Esto quiere decir que los Estados miembros no han transferido sus facultades totalmente, pero, por otro lado, en virtud del los Tratados Constituyentes, Bruselas también ha obtenido facultades para emprender las medidas necesarias. En tal caso, ¿quién debe tomar las medidas que hagan falta?”

“La respuesta, señala la profesora, la contiene el principio de subsidiariedad. Este reza que la principal responsabilidad les incumbe a los Estados y sólo si la envergadura del problema o la especificidad de las medidas tomadas no permiten una solución a nivel nacional o regional, en tal caso estas medidas o acciones serán emprendidas a nivel de comunidad. De modo que en el futuro muy a menudo hará falta apreciar a qué nivel debe ser emprendida cada acción concreta.

Según el Tratado de Lisboa, ya en la etapa en que la Comisión Europea aún está elaborando el proyecto de una decisión, éste pasa por los Parlamentos nacionales y éstos deben pronunciarse en 8 semanas como mucho. El respectivo Parlamento formula una opinión, que luego acompaña todo el proceso de toma de la decisión. Este es un nuevo reto no sólo para los nuevos países miembros sino también para los viejos. Yo creo que nuestra Asamblea Nacional sabrá salir airosa de este desafío. Pero es muy importante que se entienda bien qué significa esto. Significa ahorro de tiempo parlamentario, gran capacidad de trabajo de alto nivel y habilidad para alcanzar consenso. De esta manera la voz de los ciudadanos búlgaros está presente en la Unión Europea mediante los representantes que han elegido.”

¿Cuál es la actitud de los ciudadanos europeos hacia el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales? ¿En cuál de estas instituciones confían más? ¿Cuáles son las tendencias en la Europa nueva y en la vieja en cuanto a la confianza en la institución parlamentaria? Recabamos la opinión del politólogo griego Yorgos Seferdzis, director de Planificación Estratégica de “Euresis”, empresa de consultoría en el campo de las relaciones públicas.

“La actitud y el grado de confianza no son iguales en todos los países. Aun así, existen algunos denominadores comunes que, lamentablemente, indican una tendencia creciente al descenso de la confianza de los ciudadanos en las instituciones políticas en su totalidad, incluidas las parlamentarias. Esto es una expresión de la crisis de los valores políticos inherente a las sociedades europeas desde hace muchos años. Desde luego, esta tendencia se manifiesta de diferente manera, con más o con menos tensión en los distintos países. Lo cual, sin embargo, no quiere decir que los pueblos europeos se distancien de los principios de la democracia parlamentaria. Al contrario, la principal reivindicación que se formula para superar la crisis política es que mejore la representación de las instituciones y el servicio a la sociedad.

El hecho de que existan diversas tradiciones y diferente experiencia histórica conlleva una diferente actitud de la Europa vieja y de la nueva hacia las instituciones parlamentarias comunes de la Europa unida. Yo diría que en la Europa nueva se formulan expectativas más altas a las instituciones parlamentarias, la democracia y la política en general, expectativas que acompañan la liberalización de las sociedades de esos países. En la Europa vieja, al contrario, se busca ante todo una nueva forma de representación, puesto que se observa una desconfianza en la capacidad del sistema político de satisfacer intereses sociales esenciales en un momento en que éstos están sometidos a prueba, a la prueba tanto de la muy manida globalización como de la crisis económica en la cual se ve sumido el Occidente.”

Estudios sociológicos del período de preadhesión de Bulgaria a la Unión Europea registraron una mayor confianza de los ciudadanos búlgaros en las instituciones europeas que en las nacionales. Esta tendencia se ha conservado también en el primer año de la pertenencia de Bulgaria a la Unión como miembro de pleno derecho de la familia europea. Según una investigación de Eurobarómetro, del otoño del año pasado, la confianza de los ciudadanos búlgaros en el Parlamento nacional registra un descenso en flecha, mientras que la confianza en el Parlamento Europeo, en el cual ya hay representantes búlgaros legítimos, registra una nueva subida. ¿Cuál de los Parlamentos debe tener la última palabra: el nacional o el Europeo?

A estas preguntas contestaron algunos vecinos de la capital búlgara Sofía.

“El Parlamento nacional debería poder defender nuestros intereses. Lo elegimos para ello, ¿no?, dice Krasimir Alexandrov. Sin embargo, la práctica de los 18 años transcurridos desde el comienzo de los cambios democráticos después de la caída del régimen totalitario comunista demuestra que nuestro Parlamento nacional no siempre defiende lo que quiere el pueblo. Creo que sería bueno que los Parlamentos nacionales tuvieran facultades más amplias, pero mi opinión es que la última palabra la debe tener el Parlamento Europeo. Esto conduciría a mejores decisiones, a una mejor política para el país. Por serle franco, no conozco bien los poderes del Parlamento Europeo y sus relaciones con los Parlamentos nacionales. Por ello se debe intensificar la campaña informativa, para que nos demos cuenta en qué dominios exactos podemos reivindicar nuestros derechos, en el Parlamento nacional o en el Europeo, respectivamente.”

“Una vez que Bulgaria entró en la Unión Europea, todas las leyes y directivas europeas pasaron a tener primacía sobre la legislación búlgara y ésta debe corresponder a sus requisitos, expresa Danko Poliakov. De modo que el Parlamento Europeo desempeña el papel fundamental y la Asamblea Nacional búlgara debe ajustar sus acuerdos a las actas normativas de aquél. Pero en cuanto a problemas muy relevantes para Bulgaria, pero las decisiones sobre los cuales se toman a nivel de Parlamento Europeo, se debe consultar la opinión del Parlamento búlgaro y nuestros representantes en el Parlamento Europeo deben defender la posición de Bulgaria.”

“Creo que sería mejor que la palabra decisiva la tuvieran los Parlamentos nacionales, aunque la probabilidad de corrupción es mucho menor en el Parlamento Europeo y las decisiones reales que se tomen allí serán más adecuadas, opina María Stoeva. Los Parlamentos nacionales son los que mejor conocen la realidad del respectivo país y el hecho de que un tercio de estos Parlamentos nacionales deban unirse para bloquear tal o cual decisión supone cierta falta de objetividad. ¿Cuál de estas instituciones debe llevar la voz cantante? Creo que esto depende del problema concreto.”

“En cuanto a problemas nacionales, el Estado debe tener su propia posición que corresponda a las prioridades nacionales, manifiesta Dimo Slavchev. Esto significa que el Parlamento nacional debería tener la facultad de oponerse a determinadas decisiones del Parlamento Europeo en dominios que el país haya definido como prioritarios para su desarrollo. Confío en nuestro Parlamento. Al fin y al cabo, lo hemos elegido nosotros.”

Según Filip Dimitrov, vicepresidente de la Asamblea Nacional y ex eurodiputado búlgaro, el Tratado de Lisboa ofrece buenas posibilidades para que los Parlamentos nacionales ejerzan influencia sobre el desarrollo de la Unión Europea.

“Primero, todos los proyectos de directivas serán remitidos directamente al Parlamento búlgaro y no sólo al gobierno, explica Dimitrov. Por un lado, el Parlamento búlgaro podrá supervisar el proceso de formación de la posición del gobierno búlgaro. Al mismo tiempo, el Parlamento búlgaro, junto con los de un tercio de los demás países miembros de la Unión Europea, podrá tratar de bloquear el lanzamiento de tal o cual iniciativa legislativa de la Comisión Europea. Esta podría revisar su iniciativa, corregirla o no tomar en consideración la opinión de los Parlamentos nacionales. En tal caso, éstos podrían volver a jugar el papel de factor suspensivo de la correspondiente resolución, pero en esta ocasión los parlamentos deben ser por lo menos la mitad. Es decir, que tenemos un bloqueo de dos grados: por un lado, como poderes del Parlamento nacional, y por otro, como posibilidad de ejercer con tiempo una influencia sobre la formación de la posición del gobierno nacional respecto de iniciativas legislativas y directivas de la Comisión Europea.”

En cuanto a la toma de decisiones concernientes a la política exterior de la Comunidad, el Parlamento Europeo tiene menos facultades que en otras esferas. Cuando entre en vigor el Tratado de Lisboa, serán muchas más las iniciativas legislativas sometidas al procedimiento que requiere que sean aprobadas también por el Parlamento. En la práctica, esto quiere decir que será mayor el número de directivas elaboradas por la Comisión Europea que tengan que ser examinadas más detalladamente en el Parlamento Europeo y ser aprobadas por gran mayoría, explica el eurodiputado búlgaro Nikolay Mladenov, miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores y de la Subcomisión de Seguridad y Defensa. ¿De qué manera se conseguirá el equilibrio entre las facultades del Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales en la toma de decisiones difíciles sobre temas de política exterior como por ejemplo Kosovo?

“En cuanto a Kosovo, hace 6 u 8 meses que el Parlamento Europeo apoyó categóricamente el plan de Marti Ahtisaari, que debía conducir a la independencia de Kosovo, en perspectiva, explica Nikolay Mladenov. Fue la postura común del Parlamento Europeo. Este nunca se había pronunciado si se debía reconocer o no la independencia de Kosovo, porque había muchas opiniones diferentes. Y no se quería provocar en el Parlamento Europeo un debate del cual no saldría una posición categórica ni ésta sería respaldada por una mayoría contundente de diputados. Al fin y al cabo, era una decisión que debían tomar los propios países miembros. Ya en tiempos de la Convención que debía preparar la Constitución de la Unión Europea, se discutía el tema de cómo los Parlamentos nacionales se podían comprometer más estrechamente con el trabajo de las instituciones europeas. El consenso que se logró en aquel entonces y que ya está presente en el Tratado de Lisboa es que la Comisión Europea elabora su plan de trabajo cada año. Lo envía al Parlamento Europeo para que éste también se pronuncie sobre el plan. Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, los Parlamentos nacionales también deberán exponer opiniones de este tipo. Es decir, que la relación debe ser más estrecha. Por lo cual en nuestro grupo parlamentario del Partido Popular Europeo creamos un departamento nuevo que apunta a estrechar el contacto entre los Parlamentos nacionales y el Europeo.”

¿De qué manera los ciudadanos de la Unión Europea, y en particular nosotros los búlgaros, podremos ejercer control sobre las decisiones de la Unión Europea en materia de política exterior? Escuchamos de nuevo a Nikolay Mladenov:

“Reconozco que esto sigue siendo bastante difícil. Porque la política exterior de la Unión Europea no es una esfera común. Aún se enmarca en las prioridades individuales, de cada uno de los países miembros, que no coinciden en todos los problemas de esta índole. Por lo cual tal vez la mejor manera de ejercer control es que los ciudadanos del correspondiente Estado tengan constantemente en el punto de mira lo que hace su gobierno. Es decir que en Bulgaria debemos estar constantemente al tanto de la política de nuestro gobierno en materia de asuntos exteriores para poder influir sobre sus acciones en este campo. Y para que el ejecutivo, ya tomando en consideración la opinión pública, pueda formular posiciones que defienda a nivel de Unión Europea. Esto se inscribe en el problema común que acusa la Unión Europea en materia de política exterior: la ausencia de una voz común sobre los problemas que atañen a la política exterior.”

“Pero ya habrá una solución parcial, porque con el Tratado de Lisboa aparece un cargo especial en el marco de las instituciones. Habrá un vicepresidente de la Comisión Europea que será a la vez presidente del Consejo de Política Exterior integrado por los países miembros. Este hombre deberá ser una especie de Superman que responda ante la Comisión Europea y el Parlamento Europeo, y a la vez ante los países miembros, en lo que respecta a las decisiones en materia de política exterior. La idea de esta compleja propuesta institucional es que en perspectiva se trabaje por la creación de un Servicio Diplomático Europeo común que cree las condiciones para que exista una política exterior común de Europa, idea en la que muchos de nosotros insisten constantemente. Porque si no, Europa parece ser un factor muy importante en el campo de la política exterior, pero en realidad tiene una posibilidad muy limitada de ejercer influencia política.

Damos las gracias a todos nuestros oyentes y a los lectores de la página web www.parliament.europe.bg, que nos enviaron sus saludos y preguntas por el correo electrónico info@europe.bg.

“¡Mis felicitaciones por la iniciativa y por haberles elogiado Poettering en persona!”, nos escribe Ovanés Sarkisian de Plovdiv, Bulgaria del Sur. “Esperaré con interés los artículos en el espacio “Parlamento Europeo” donde seguramente van a dar a conocer las plataformas de los diversos partidos europeos. Quiero tener la posibilidad de elegir, de saber qué es lo que me prometen y cómo ven el futuro de la Unión Europea, qué van a cambiar”, dice Ovanés.

Vladi Apostolov, de 19 años, que reside con sus padres en París, se interesa cuándo va a empezar el videochateo con eurodiputados famosos. “Quiero pediros que invitéis a Aari Vatanen para una entrevista online. Soy un fan del deporte del automóvil. Vatanen es eurodiputado en la actualidad, pero para mí no deja de ser una leyenda de las pistas de carreras”, dice Vladi.

“Desde ya quiero hacerle una pregunta a Vatanen. ¿Me puede explicar, como a alguien que podrá votar por primera vez el año que viene, por qué debo hacerlo? ¿Qué de atractivo descubre en la política un hombre de espíritu deportivo, al verse de repente metido en un medio de intrigas y juegos entre bastidores? Espero que pongan videoclips de carreras de automóviles en que ha participado Aari Vatanen. Por cierto, he pensado que algún día yo mismo podría ser político.”

Adriana Krisan de Rumanía se interesa si los sueldos de los eurodiputados búlgaros y rumanos son diferentes a los que reciben sus colegas de los viejos países comunitarios.

“Vuestro sitio web es muy interesante. Es divertido leer y escuchar en griego y enseguida después hacer lo mismo en inglés”, nos dice Adriana.

Sigan ustedes escribiéndonos y comentando las cosas que les interesan para que podamos formular las preguntas exactas a los hombres exactos… Sus preguntas, comentarios y propuestas son bienvenidos a nuestra Redacción y a nuestra dirección electrónica: info@europe.bg  

Para más detalles, consulten la página web www.parliament.europe.bg

Estimados oyentes, este programa se emite por Radio Bulgaria, la RFI de Rumanía y la Yveline Radio, de Francia, en el marco del proyecto “Hoy interactuando con el Parlamento Europeo” que está realizando el Instituto Europeo.

Autoras: Eli Guekova, Maya Pelovska, Rumiana Tsvetkova
Versión en español de Venceslav Nikolov



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